Anekke City: La vida en 35mm

Como un reflejo infinito, mi rostro se dibujaba sobre las luces de la gran ciudad. Con los pies rápidos y las manos volando al ritmo del obturador de mi cámara, cabeza, ojo y corazón se alineaban para captar la belleza de lo cotidiano.

El instante decisivo me esperaba ahí fuera, mientras atrapaba pedazos de vida en formato cuadrado, con la mirada puesta en un montón de transeúntes ajenos a mí. Y en lo que nadie ve, las calles de Chicago se convirtieron en un enorme lienzo en blanco y negro.

Una pequeña pantalla entre mis manos se convertía en una ventana al mundo, dibujándome un mapa de latidos virtuales agolpados tras mis dedos, para captar la esencia de lo que de verdad importa: mi reflejo cuando sólo yo me puedo ver. Porque la fotografía no es sólo un instante de luz eterno: es un modo de sentir, de tocar y de amar.

Es un modo de relatar quién eres a través de tu mirada, de ser tú misma y dejar brotar tu esencia a través de tu arte. Porque lo genuino brilla sobre océanos de imágenes que no dicen nada.

Entonces lo vi más claro que nunca: viviría la vida en 35mm. Bailaría con las luces de la ciudad, con la cámara entre las manos y los ojos curiosos. Desnuda de filtros, me perdería entre sus calles para contar historias que sólo yo escribiría. Porque cada mirada es única. Porque sólo yo decidiría quién ser. Porque mi autenticidad es mi poder.

Y tú, ¿cuál es el tuyo?

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