Historia Anekke Mediterráneo: Soy de mar De agua salada y olas que arrullan De mar…
Anekke Jungle
Todo comenzó en las páginas de un viejo libro. Cada noche, ese libro se convertía en un billete sin retorno a la jungla, donde imaginaba que algún día yo me convertiría en una de sus protagonistas. Su historia se convirtió en un sueño que me acompañaría el resto de mi vida: me invitaba a vivir entre los monos, a ser libre entre ellos y a contar su historia.
Y fue así como, años más tarde, esa chica de corazón indomable que había crecido soñando con una historia, llegó al lugar donde nacía su sueño: a la jungla. En mi brazo colgaban mis prismáticos, dispuestos ayudarme a descubrir la vida que me rodeaba, a ser mis ojos, mientras una voz interior me recordaba que “si realmente quieres algo, no debes rendirte nunca”.
Y esa chispa que vivía en mi y me movía, ese amor hacia los animales y a la naturaleza, fue lo que hizo posible que me convirtiera en una observadora incansable, en una exploradora que recorrería cada día la naturaleza, dispuesta a ser en la voz de la jungla.
Me convertí en una pieza más de la madre naturaleza. Esa naturaleza que siente, late y respira, allí donde los monos vivían en libertad. Esa naturaleza que nos regalaba, en mitad de la jungla, el paisaje más salvaje y hermoso que jamás había imaginado. Esa naturaleza que florece bajo el sol y alberga a todas las especies, esas que observaba con tanta curiosidad. Esa naturaleza que me hizo el regalo más grande, ese día que me di cuenta de que la jungla era mi nuevo hogar, y los animales parte de mi nueva familia.
En ese momento sentí un instante de conexión con la madre naturaleza, como si mis piernas fuesen raíces que se enganchasen a la tierra, y escuché su latido: intenso, fiero, en constante movimiento.
Cada día, la jungla me regalaba una conexión única con la tierra: el sonido del canto de los pájaros, las hojas moviéndose con el viento, los animales corriendo libres a mi alrededor y una sensación, profunda y mágica, que me regalaba la naturaleza. Una armonía indescriptible al saber que estás haciendo cosas increíbles, siguiendo tus deseos y amando la vida tal como se presenta ante tus ojos.
Y es que en la jungla aprendí que el latido de un corazón indomable es el impulso necesario para cambiar el mundo. Que el sueño de una niña se convierte en la meta de una adulta dispuesta a mejorar el mundo. Que nuestras raíces están allí donde nos sentimos como en casa. Y que yo jamás dejaré de latir.
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