Ven a volar conmigo – Anekke Aviator

Siempre que haces algo por primera vez, no puedes evitar sentir una mezcla de nervios e ilusión, una combinación de sentimientos que, por más tiempo que pase, jamás olvidas. Y así sucedió la primera vez que subí en una avioneta: en cuanto el motor comenzó a rugir y despegamos, supe que jamás volvería a dejar de volar.

Esa primera vez que volé supe que un trozo de mí, desde ese momento, pertenecería para siempre al aire. Que mis sueños tenían alas, que eran tan largas como el cielo que cruzaba, y que ya no podría volver a prescindir de ese sentimiento único: la mezcla de cosquillas en el estómago cuando tus pies se elevan del suelo, unida a la sensación de libertad cuando el viento comienza a tocar tu cara, con las nubes rozando tus gafas de vuelo y tu pelo volando, libre y alborotado.

En ese momento, ese primer viaje en avioneta, supe que hacían falta ganas e ilusión para alcanzar mi destino, pero que si puedes soñar, puedes viajar. Que tomar la decisión de cumplir tu sueño es el acto más valiente que puedes llevar a cabo, pero que ninguna otra experiencia te acerca tanto a la sensación de felicidad.

Así, cada día es un nuevo viaje que emprender, sintiendo que puedes llegar a donde quieras si lo sueñas, ¡aunque sueñes a la misma altitud que yo!

Towanda me acompaña en cada viaje, sentado sobre mis piernas, ronroneando cada vez que nota que comienza el sonido de las hélices. Y así, con el suave balanceo que se produce al volar, sobrevuelo océanos, montañas… ¡el mundo entero!

Porque sí, mis sueños tienen alas, y estoy segura de que también los tuyos vuelan alto. Sólo tienes que fijar un destino, subir a mi avioneta y dejarte llevar para sentirte más cerca de ellos. ¡Ven a volar conmigo!

Y si quieres conocer la colección inspirada en esta historia, Anekke Aviator, puedes hacerlo pinchando aquí. Diseñada con mucho amor para mujeres independientes, fuertes y, sobre todo, soñadoras.