Diario de viaje: India (I)

Viajar es algo maravilloso. Es una oportunidad única para conectar con el mundo, conociendo cada uno de sus rincones, de la gente que lo forma. Convives con otras culturas, convirtiéndote en alguien más empático. Y es que viajar, sin duda alguna, alimenta el alma y amuebla la mente.

Este viaje está siendo especialmente revelador. Acompañada por mi mochila, mi cuaderno y Towanda, India bajo mis pies se va convirtiendo en un sueño hecho realidad. Antes de llegar hasta aquí, en mi mente había creado cientos de fábulas, había imaginado sus olores y colores, su suntuosidad. Pero como en las mejores historias, la realidad siempre supera a la ficción.

La gente aquí es especialmente espiritual. No importa cuánto tienes, esto no te convierte en alguien mejor o más importante. Importa cuánto tienes en tu interior. Es algo que siempre viene bien recordar, ya que te hace volver a conectar contigo misma, mirarte al espejo y decirte todas esas cosas que haces bien.

Durante el viaje siempre llevo cerca de mí la cámara. A veces creamos imágenes imborrables en nuestra retina, que conviven para siempre en nuestro recuerdo. Otras siento la necesidad de transportar esas escenas tan impresionantes a mi álbum de recuerdos, ya que una fotografía se convierte en un ticket directo a un recuerdo. Y este viaje seguro que guardará muchos de ellos.

Una de las cosas más impresionantes de India es su ritmo. Me sorprende cómo un país plagado de gente tan espiritual, que vive la vida de un modo tan pausado, puede moverse tan rápido. Sus calles plagadas de gente, los animales, los turistas… todo conforma un ritmo incesante que hace que Towanda y yo nos movamos al compás que marca, observando con los ojos muy abiertos cada nueva escena ante nosotros.

No puedo esperar a ver qué más nuevas vivencias nos descubrirá este apasionante país.

Conoce la colección inspirada en este viaje a India pinchando aquí. ¡No te la pierdas!