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Diario de viaje: India (II)

«Una de las cosas que más me sorprendió de la India es su culto por los animales. Vacas, elefantes, monos… Llegar y encontrarte con ellos andando por la calle supone uno de los mayores choques culturales que he experimentado. Pero por supuesto, como amante de ellos, su presencia y la convivencia con estos, que en muchos casos se consideran sagrados, me resultó una de las cosas más bonitas de este país.

Mi gato Towanda viene en este viaje conmigo.  Viajar con él es una doble aventura, ya que muchas veces me descubre rincones y personas apasionantes. Aunque desde luego, no puedo negar que a veces me ha hecho pasar algún que otro mal trago, ya que como buen gato, su curiosidad va mucho más allá de lo sospechado y tiene a hacer sus propias “excursiones”.

Ayer, sin ir más lejos, desapareció durante un rato. Al principio no me preocupé, ya que pensé que se trataba de uno de sus paseos, de los que siempre vuelve dando saltos y vueltas entre mis piernas. Sin embargo, entre el gentío, al pasar los minutos, no pude evitar preocuparme. «¿Dónde se habrá metido?», pensé.

Sin embargo, cuando apareció no pude evitar reírme, sonoramente. Allí estaba, en un santuario de elefantes donde se celebraba un homenaje a estos bonitos animales, subido sobre un elefante, paseando orgulloso. Cuando me vio, lanzó un maullido de alegría, parecía que me estuviera diciendo “hey Anekke, ¡mírame!”.  Desde luego, vivir estas aventuras con él hacen de cada viaje una aventura mucho más apasionante.

Muchas personas deciden viajar con sus animales, ya que forman parte de sus vidas. Sé que viajar con un gato no es lo más común, ¿pero acaso no está hecho el mundo para romper sus reglas?»

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